Creer en Dios implica sumisión a su voluntad
La condición de quien dice creer en Dios pero no lo obedece es tan triste como la de los demonios que también creen en Dios y no por ello son salvos, Marcos 1:24; Mateo 8:29; Lucas 4:41. Veamos otro caso bíblico: “…Muchos de los dirigentes judíos que creían que Él era el Mesías… no lo… confesaban (RV60)… no lo admitían públicamente por temor a que los fariseos los expulsaran de la sinagoga”, Juan 12:42 (NT-BAD). Jesús dijo: “No se avergüencen de mí… Si lo hacen, yo… me avergonzaré de ustedes… ante mi Padre…”, Marcos 8:38 (TLA). “Al que me niegue públicamente yo lo negaré delante de mi Padre…”, Mateo 10:33 (NT-BAD). Estos gobernantes tenían fe, pero solo fe. Y la fe sola no salva: “el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe”, Santiago 2:24. La confesión pública es esencial para la salvación: “Cuando un individuo cree… y… confiesa ante los demás que tiene fe… asegura la salvación”, Romanos 10:10 (NT-BAD); Lucas 12:8-9; Hechos 8:37; Mateo 16:16. En otras palabras, la fe de quienes por congraciarse con los hombres no confiesan a Cristo carece de valor espiritual y eterno (Mateo 10:32-33; Marcos 8:38; Romos 10:9-10) porque manifiesta una fe muerta: “…La fe está muerta si no fructifica en buenas obras”, Santiago 2:26 (NT-BAD). ¿A qué obras se refiere? A las obras que produce la fe.
La evidencia de la fe es la obediencia a Dios
La fe debe ser acompañada por actos de obediencia.
La fe sola; es decir el asentimiento mental de que Cristo es el Hijo de Dios, no alcanza para ser salvos. Tenemos que obedecer. Recordemos la realidad de quienes creyendo en Jesús, no lo manifestaron: “…Fueron muchos los que creyeron en Jesús incluso entre los personajes importantes. Pero no se atrevían a manifestarlo públicamente…” Juan 12:42 (BDA2010).
Estos gobernantes tuvieron fe, pero la fe sola no los salvó. Por supuesto que la fe salva, pero no es la fe sola la que salva. A la luz de todas las Escrituras, la fe que salva es la fe obediente. Un ejemplo de ello es la lista de Hebreos 11. El título de ese capítulo es: “Por la fe” y describe las hazañas de los héroes bíblicos que manifestaron su fe mediante su obediencia.
¿Por qué la premura para bautizar?
Pensemos en el carcelero de Filipos. Es cierto que se le dijo: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo…” (Hechos 16:31) pero es igualmente cierto que “Pablo y Silas compartieron el mensaje del Señor…” (Hechos 16:32, TLA); es decir, le predicaron el evangelio para que pudiera obedecerlo. No olvidemos que los apóstoles fueron enviados por Dios “para anunciar por todas partes… lo que Dios ha hecho… a fin de que crean en él y lo obedezcan…”, Romanos 1:5 (NTV); Romanos 16:26.
Claro que el carcelero tenía que creer pero, ¿no debía arrepentirse? ¿Qué clase de conversión excluye el arrepentimiento? ¿Y la confesión de fe? Además, ¿no debía bautizarse? Si la fe sola podía salvarlo, ¿por qué razón el carcelero y todos los que creyeron de su familia se bautizaron a medianoche, Hechos 16:25-33? Por otra parte, si para Pablo y Silas el bautismo no era necesario para la salvación, ¿por qué bautizarlos estando heridos? La respuesta es sencilla y bíblica: porque el bautismo era para el perdón de los pecados y porque Jesús había dicho: “el que creyere y fuere bautizado será salvo”, Marcos 16:16. El carcelero y su familia se bautizaron porque querían ser salvos.
En definitiva, obedecer es crucial
Si la fe por sí sola salvara no habría necesidad de obedecer, pero la gente tiene que “obedecer a Dios, porque si no lo hacen jamás lo verán cara a cara”, Hebreos 12:14 (TLA).
Quien no obedece está rechazando a Dios y no puede ser salvo: “…Caerán porque no… obedecen la Palabra de Dios. Tienen que ser castigados; caerán”, 1ª Pedro 2:8 (NT-BAD). “Qué terrible destino les espera a los que nunca obedecieron la Buena Noticia de Dios”, 1ª Pedro 4:17 (NTV); 2ª Tesalonicenses 1:7-9. Jesús fue muy claro: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos… solo entrará el que obedezca a mi Padre que está en el cielo…”, Mateo 7:21 (RV60, PDT).
Un evangelio que no hace hincapié en la obediencia a Dios, como manifestación del señorío de Cristo, no es bíblico. Tengamos cuidado. Sujetemos nuestras decisiones y elecciones a la obediencia de Cristo.